La Costura Como Motor de Supervivencia para Refugiadas Iraquíes de una Iglesia en Jordania

 

En una iglesia jordana, Sarah Nael está cosiendo una camisa para “Rafedin”, un proyecto que ha proporcionado habilidades para ganarse la vida a decenas de mujeres que huyeron de la violencia en Irak.

 

Muchas de estas mujeres escaparon de la violencia extrema llevada a cabo por el autoproclamado “califato” del grupo armado ISIL (ISIS) que atravesó franjas de Irak y Siria, y finalmente terminó en Jordania, donde se encontraron sin trabajo.

 

«Aquí, la vida es muy muy difícil. Si no trabajamos no podemos vivir», cuenta la mujer cristiana de 25 años oriunda de la ciudad iraquí de Qaraqosh (norte), que se incorporó al proyecto de costura «Rafedin» hace dos años.

 

 

 

 

 

La iniciativa nació en 2016, impulsada por el cura italiano Mario Cornioli con la ayuda de diseñadores y sastres italianos. Se realiza en la iglesia católica San José de Amán.

 

Las prendas —vestidos, chaquetas, cinturones y corbatas— se venden en Amán e Italia. En general, los refugiados no tienen acceso al mercado de trabajo, por lo que este proyecto les permite ganar algo de dinero para salir adelante, además de las ayudas que reciben del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

 

 

 

 

 

 

«Es un lugar seguro», afirma Sarah Nael, que ha aprendido a coser ropa con tela y cuero. Su hermano trabaja en la cocina de la iglesia. «Somos iraquíes, tenemos prohibido trabajar en otro lado», al ser solicitantes de asilo, explica.

 

 

 

 

Este proyecto ofrece la oportunidad de aprender algo, señalando historias de éxito de algunas mujeres que desde entonces dejaron Jordania y ahora trabajan en Australia, Canadá y Estados Unidos.

 

Por otro lado, están los casos de mujeres que continuan su lucha por salir de Jordania pero que gracias a este proyecto pueden seguir adelante obteniendo trabajo.

 

Diana Nabil, de 29 años, era contable en Irak hasta que tuvo que huir, con sus padres y su tía, a Jordania en 2017, con la esperanza de mudarse más tarde a Australia, donde vive una hermana suya. Pero las puertas se les cerraron y ahora está atrapada en Amán junto a su familia.

 

«Mi padre es viejo y mi madre tiene cáncer», cuenta Diana. Lo de regresar a Irak, ni se lo plantearon: «allí no dejamos nada como para poder regresar».

 

Para sobrevivir, aprendió a coser. «Algunos familiares nos ayudan financieramente, y a veces Naciones Unidas nos ayuda un poco».

 

 

Desde el lanzamiento de «Rafedin», más de 120 mujeres se han beneficiado de la iniciativa. «Intentamos ayudarlas con dignidad», subraya Mario Cornioli, director de la asociación caritativa italiana Habibi Valtiberina. «Muchas de ellas son las únicas de sus familias que trabajan», comenta.

 

 

 

COMMENTS
  • Paula Krauze

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    Gran trabajo, mujeres muy creativas y luchonas.

    mayo 3, 2023
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