Iván López Reynoso, el Hombre Detrás de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes

 

Su extenso repertorio operístico incluye más de una treintena de títulos. Su especialización en el repertorio rossiniano lo ha llevado a presentar recientemente el rescate de algunas de sus obras raramente interpretadas en México, como la versión orquestal de la Petite Messe Solennelle y el Stabat Mater, así como talleres de interpretación y el estreno de las óperas Le comte Ory, Il viaggio a Reims y de la cantata Il pianto d’Armonia sulla morte di Orfeo con el tenor Javier Camarena.

 

 

¿Cómo y cuándo se produjo tu primera aparición en un escenario?

Fue como violinista. La academia Susuki, en la que estudiaba violín en Guanajuato, preparaba recitales cotidianamente para presentar el progreso de sus alumnos. Eso fue algo que me ayudó mucho, pues se podría decir que desde niño me acostumbré a estar en un escenario y a disfrutarlo. Posteriormente tuve la oportunidad de tocar varias veces como violinista, ya sea en recitales como solista o bien como parte de una orquesta. Fue hasta que cumplí 16 años que dirigí por primera vez un concierto, con amigos estudiantes del Conservatorio de las Rosas, igual que yo, que nos reuníamos para hacer música juntos y que a mi me sirvió mucho como experiencia para empezar a dirigir algunos proyectos pequeños.

 

¿Cuál fue el primer éxito que conquistaste en tu carrera y cómo fue la experiencia?

Cada concierto ha sido una conquista. Para mi, tener el privilegio de estar en un escenario y de hacer música será siempre la más grande de las satisfacciones. Ese primer concierto que dirigí cuando era aún estudiante y no tenía nada de experiencia fue definitivamente uno de los primeros momentos más significativos para mi, pues finalmente estaba haciendo a lo que yo había decidido dedicarme desde niño. La formación de un director de orquesta es muy lenta, se necesitan muchos años de estudio, de preparación, de experiencia. Nunca se deja de aprender, de crecer, de formarse. El director que soy hoy es resultado de todo ese recorrido, pero también estoy seguro que dentro de algunos años tendré ideas distintas y conceptos nuevos. Es lo maravilloso de esta profesión; las posibilidades de crecimiento y desarrollo son infinitas.

 

 

¿Quién ha sido un gran referente de inspiración en tu vida personal y profesional?

He sido muy afortunado de contar con grandes mentores a lo largo de mi vida. Mis maestros, sin duda, han sido fuente importantísima de inspiración y a ellos les deberé siempre gratitud y admiración. Cada maestro me ha aportado algo que se escribe con tinta indeleble en mi quehacer artístico, y siempre que preparo un concierto o que estudio una obra nueva recuerdo sus enseñanzas. Hay también grandes directores de orquesta a los que he tenido siempre como referencia y que admiro muchísimo: Claudio Abbado, Mariss Jansons, Simon Rattle son algunos de ellos.

 

¿A cuál músico u orquesta te gustaría dirigir en el futuro?

Yo prefiero no plantearme ese tipo de sueños porque me gusta más soñar despierto. Vivir el presente, y dedicarme de lleno a él. Para mi, mientras pueda seguir dirigiendo y dedicándome a la música, seré el más agradecido y feliz. Claro que hay ciertos teatros u orquestas en los que me gustaría trabajar, pero prefiero que el tiempo haga su trabajo y yo el mío. Lo que sí te puedo decir, es que para los 10 años de trayectoria artística que acabo de cumplir, definitivamente se han superado más que satisfactoriamente cualquier tipo de expectativas que hubiera tenido.

 

¿Cuál es la obra que nunca dejas de escuchar y por qué es una de tus favoritas?

Me gusta enamorarme de la obra que estoy dirigiendo en ese momento, porque estoy seguro de que mientras más te adueñes de esa partitura, mejor podrás también interpretarla, transmitirla, compartirla y disfrutarla. Así que, en este momento, mi obra favorita es La vida breve de Falla, ópera magnífica, fuerte, emotiva y apasionante. Y el mes próximo será Le bal masqué de Poulenc, y en mayo será El rey que rabió de Chapí, y así consecutivamente. Hay algunas partituras particularmente especiales para mi, y una de ellas es indudablemente la Sinfonía no. 2 de Rachmaninov. Ha sido una de las obras que más he disfrutado dirigir en mi vida.

 

 

Iván ha dirigido una gran cantidad de orquestas a nivel nacional e internacional, entre las que se destacan la Orquesta Sinfónica de Madrid, la Orquesta Estatal de Braunschweig, la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, la Oviedo Filarmonía, donde es director principal invitado, la Orquesta Filarmónica de la UNAM, la Orquesta Sinfónica del Estado de México, la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, entre otras.

Además, ha trabajado con destacados artistas como Brigitte Fassbaender, Ildar Abdrazakov, Javier Camarena, Ramón Vargas, Alessandro Corbelli, Celso Albelo, Irina Lungu, John Osborn, Franz Hawlata, Paolo Bordogna, Simón Orfila, Sabina Puértolas, Michael Barenboim, Yulianna Avdeeva, Gabriela Montero, Conrad Tao, Alex Klein, Ryu Goto, Rebeca Olvera, Alfredo Daza, Rubén Amoretti y Fernando de la Mora, entre otros.

 

Es también un destacado contratenor con numerosas presentaciones como solista en México, Estados Unidos y Alemania. En diciembre de 2020 fue nombrado Director artístico de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes y desde 2018 funge como Principal director invitado de la Oviedo Filarmonía.

 

 

¿Cuál es la dirección de orquesta que marcó tu vida?

Creo que a lo largo de nuestra vida se van presentando oportunidades que significan un antes y un después para nosotros. Puntos de quiebre, parteaguas que nos definen, que nos marcan, que nos cambian. Y podemos no ser conscientes de ello en ese momento, pero al pasar el tiempo nos damos cuenta de lo mucho que significaron para nosotros. Para mi, hay tres que han sido particularmente intensos: mi debut operístico en 2010, dirigiendo Las bodas de Fígaro de Mozart en Monterrey; mi debut en el Palacio de Bellas Artes en 2012, dirigiendo una gala de ópera inolvidable con Coro y Orquesta del Teatro, Javier Camarena, Rebeca Olvera y David Lomelí; y mi debut internacional en 2014 en Italia, dirigiendo El viaje a Reims de Rossini en el Festival de Pesaro. Recientemente, incluiría uno más: mi debut en el Teatro Real de Madrid en enero de este año.

 

Con tan sólo 30 años, eres el Director Titular de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, seguramente fue un sueño hecho realidad ¿Cómo fue el momento en que llegó esta oportunidad a tu vida y cuáles son tus planes para la misma?

Es definitivamente el más grande privilegio que he tenido hasta ahora en mi carrera. Un nombramiento que me honra, que me ilusiona y que me entusiasma muchísimo. Mi vínculo con la Ópera de Bellas Artes es muy cercano porque he podido transitar por todas las etapas posibles en ese recinto: desde mi primera invitación como maestro interno en 2011, luego como director asistente, como director huésped del coro, como director invitado de la orquesta. Es un camino que he podido recorrer con mucha calma y tenacidad hasta llegar a este honroso momento. Ha sido gracias a los músicos de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes que yo he podido también crecer como director, gracias a su apoyo, a su paciencia, y ahora ser su Director titular es una enorme satisfacción. Estoy muy agradecido con ellos, con las autoridades del Instituto Nacional de Bellas Artes, con la directora general Lucina Jiménez y con el maestro Alonso Escalante, director artístico de la Compañía Nacional de Ópera y gran aliado en mi carrera. Juntos podremos transitar en un proyecto artístico que me ilusiona y en el que buscaré afianzar el nivel de excelencia de la orquesta, buscando siempre la empatía individual para así lograr el éxito colectivo. Estamos trabajando ya en una serie de proyectos a corto, mediano y largo plazo, que nos permitirán seguir creciendo y ofrecer al público producciones del más alto nivel. La orquesta es una agrupación de primer nivel, la única especialista en ópera de México, y es mi principal objetivo seguir trabajando de la mano con ellos para llevarla cada vez más lejos.

 

 

¿Cuáles han sido los principales motores en tu vida para salir adelante?

Mi familia ha sido siempre mi principal fuerza. Mis papás y mi hermano que han estado siempre para mi, ayudándome, apoyándome y dándome ánimos para seguir adelante. Y desde luego, la música misma, que ha sido muy generosa conmigo. Mientras más la amo, más me da de regreso.

 

Aparte de la música, ¿Cuáles más son tus pasiones?

Disfruto mucho todas las manifestaciones artísticas. Leer, ir al cine, ver series y películas. Me encanta la gastronomía, tomar un buen café, viajar y conocer ciudades. Y todas estas son cosas que también gracias a mi profesión he podido hacer constantemente.

 

¿Cuál dirías ha sido la clave para cumplir tus objetivos?

Tenacidad, constancia y, sobretodo, paciencia. Hay que ser muy honestos con nosotros mismos y saber que mientras más paulatino sea el desarrollo de un artista, más completo será también su resultado musical.

 

¿Qué consejo te hubiera gustado escuchar antes de iniciar tu carrera?

Justo ese: ten calma. Se paciente y tenaz.

 

¿Cuál consideras ha sido el reto más grande que has tenido que superar?

Ser cada día una mejor versión de mi mismo. Y es un reto que, espero, siga estando siempre allí.

 

¿Qué dirías necesita un hombre y una mujer para emprender una carrera en el mundo de la dirección de orquesta en México?

Amar a la música incondicionalmente. Estar dispuestos a ponerla siempre primero, como prioridad y como gran compañera. La música necesita una gran cantidad de tiempo para que pueda llegar a ser realmente tu profesión: muchas horas de estudio, muchas horas de lectura, de preparación, de perfeccionamiento. Ser completamente conscientes de que la música es la relación más celosa y apasionada en la que estaremos. Y será, también, la que traiga consigo las más gratificantes recompensas y satisfacciones.

 

 

¿Qué consideras necesita nuestro país para seguir desarrollando talentos en la música clásica?

Que los talentos que tenemos en nuestro país tengan un nivel de compromiso mucho mayor. Somos semilleros de jóvenes promesas, de voces hermosas, de virtuosos talentos; el problema llega al momento de asumir el compromiso individual con ese talento que cada quien tiene. Se suele confiar mucho en él y poco en la preparación y en las horas de estudio, y eso tiene que cambiar. Y hablo más de la actitud del joven músico ante su desarrollo: necesitamos inculcar en las nuevas generaciones de artistas un profundo amor a las horas de trabajo antes de subirnos a un escenario, tanto como amamos un concierto o una presentación.

 

¿Qué viene para Iván en el futuro?

Afortunadamente tengo una agenda llena de nuevos retos que empieza a ocuparse cada vez con mayor velocidad y con retos interesantes. Tengo comprometidos proyectos hasta 2025 y eso me ilusiona mucho. Espero seguir siempre enfrentándome a los desafíos que esta profesión me plantea con cada vez más herramientas y con un constante nivel de compromiso y preparación.

 

 

 

 

 

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